Se quedó pensativo ante las palabras de su abuelo. "¿Gente? ¿Qué gente?" Pensó inquieto. Entonces la puerta del coche se abrió.
-Hola Dallitas.-Dijo una voz simpática. La prima Audrey asomaba por la puerta entreabierta del coche.
-H-hola prima Au.-Unos brazos le rodearon el cuello cortándole la frase. Aquél abrazo tan repentino solo podría venir de...
-¡Dallitaaaaaaas!-Gritó Abigail, su prima y melliza de Audrey, mientras seguía ahogándo con su abrazo a su primo pequeño, como era de costumbre.
-M-mamá, ¿qué hacen las primas aquí?-Preguntó Dallas. Entonces, se le ocurrió una idea descabellada, o al menos, para él lo resultaba.
-Les dije a las primas si querían venir al campamento contigo, para que no estuvieras tan solo y para que te vigilaran.
"Cómo no. Mi madre era la única que podía hacer que esto fuera peor." Pensó él tras la "genial" idea de su madre. Por esto, le dedicó una mirada de desconforme, a la que su madre respondió con una sonrisa.
-Bueno. ¿Puedo arrancar ya o falta alguien?-Preguntó Néstor para asegurarse. Nadie contestó. Entonces, se escuchó el motor arrancar.
Dallas miró a sus lados. Se veía acorralado por sus dos primas. Realmente, tampoco le disgustaba demasiado que sus primas le acompañaran. Siempre le cuidaban muy bien y le trataban con mucho cariño, no se podía quejar de ellas, pero a veces, le resultaban un poco pesadas y sabía de sobra que en aquella experiencia de campamento no iban a quitarle el ojo de encima y siempre mirarían por su primo pequeño. Y además, con el discurso que, seguramente, les había dado Danna, las dos se habían tomado seriamente la misión de cuidar de Dallas y velar por su seguridad en todo momento.
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